Historia del gas natural (parte I)
El descubrimiento del gas natural data de la antigüedad en el Medio Oriente. Hace miles de años, se pudo comprobar que existían fugas de gas natural que prendían fuego cuando se encendían, dando lugar a las llamadas "fuentes ardientes". En Persia, Grecia o la India, de levantaron templos para prácticas religiosas alrededor de estas "llamas eternas". Sin embargo, estas civilizaciones no reconocieron inmediatamente la importancia de su descubrimiento. Se tiene registro que en China alrededor del año 940 AC se entubó gas natural a través de un palo largo de bambú desde un hueco en la tierra hasta el mar, donde era usado para calentar el agua de mar y extraerle la sal. Muchos expertos aseguran que en China se perforaron pozos de gas y otros relatan la existencia de trabajos en yacimientos japoneses, alrededor del año 600 AC.
Etimológicamente la palabra “gas”, fue acuñada por primera vez en el idioma latín por el físico flamenco, Johannis Baptistae von Helmont (1577-1644). Forjó la palabra a partir de “chaos”, en el sentido de
El gas natural era desconocido en Europa hasta su descubrimiento en Inglaterra en 1659, e incluso entonces, no se masificó su utilización.
En 1792, cien años después, ocurrió el primer uso comercial del gas para iluminación cuando el científico escocés William Murdoch descubrió y aplicó sus propiedades para el alumbrado iluminado de su hogar; con gas de carbón, retando la ansiedad del vecindario que temió una gran explosión.
Al otro lado del océano atlántico, en Estados Unidos, en 1821, William Hart, perforó el primer pozo de gas natural a una profundidad de 8.2 metros.
Durante casi todo el siglo XIX, el gas natural fue usado casi exclusivamente como un recurso primario para la iluminación de las calles de las ciudades y no se habían desarrollado mecanismos factibles para transportar el gas al interior de los hogares para calefacción o darle otros usos y así después de 1880, la electricidad se convirtió en la fuente energética preferida al ritmo impuesto por la lámpara de arco y el famoso bombillo de luz de Thomas Alba Edison.
Etimológicamente la palabra “gas”, fue acuñada por primera vez en el idioma latín por el físico flamenco, Johannis Baptistae von Helmont (1577-1644). Forjó la palabra a partir de “chaos”, en el sentido de
El gas natural era desconocido en Europa hasta su descubrimiento en Inglaterra en 1659, e incluso entonces, no se masificó su utilización.
En 1792, cien años después, ocurrió el primer uso comercial del gas para iluminación cuando el científico escocés William Murdoch descubrió y aplicó sus propiedades para el alumbrado iluminado de su hogar; con gas de carbón, retando la ansiedad del vecindario que temió una gran explosión.
Al otro lado del océano atlántico, en Estados Unidos, en 1821, William Hart, perforó el primer pozo de gas natural a una profundidad de 8.2 metros.
Durante casi todo el siglo XIX, el gas natural fue usado casi exclusivamente como un recurso primario para la iluminación de las calles de las ciudades y no se habían desarrollado mecanismos factibles para transportar el gas al interior de los hogares para calefacción o darle otros usos y así después de 1880, la electricidad se convirtió en la fuente energética preferida al ritmo impuesto por la lámpara de arco y el famoso bombillo de luz de Thomas Alba Edison.